sábado, 11 de abril de 2020

Mensaje del Padre José Ricardo Albelda en Viernes Santo

VIERNES SANTO
Mensaje del Padre José Ricardo Albelda; párroco de la Real Parroquia de El Salvador y Santa Mónica

*Que el Amor y la Paz de Dios esté en todos nuestros hogares.*

Queridos feligreses:

_"¿No es excepcional que un hombre, aparentemente derrotado, sea presentado como el redentor de todos los hombres?"_
_"¿Qué tiene que ver el dolor con la salvación, el sufrimiento con la felicidad?"_ (Benedicto XVI).

Éste es el itinerario para hoy, *Viernes Santo: Amor, dolor y Cruz*, hasta tal extremo que pueden incluso llegar a determinar mi vida en lo más profundo, y cambiarla.

No nos entretengamos en los meros ritos y liturgias, sino que vayamos a lo esencial, algo tan radicalmente profundo, que nos va a hacer experimentar en nuestra existencia cristiana, la confrontación con la ausencia de Dios; algo que creo que muchos hemos podido experimentar a raíz de las circunstancias que nos envuelven, una vez más, en la historia de la humanidad y que nos mantiene imperativamente confinados en nuestros respectivos hogares, convertidos en _templos_, _Gólgotas_, _cenáculos_, _sepulcros_... _Pascua_.

Entramos en un día de gran silencio de la humanidad:
¿Qué ha pasado?
¿Qué va a ocurrir?
¿Quién lo ha hecho?
¿A quién podemos culpar o responsabilizar?

_"Cristo muerto, el cual ha soportado tormentos inhumanos, ha sido ya bajado de la cruz y ahora está expuesto a la corrupción"_ (Benedicto XVI).

¿Es posible? ¡No me encaja!;
¿Y sus milagros?
¿Pudo resucitar a los demás?
¿De qué sirve perdonar?
¿Para qué creer?...

_Cuantos hemos recibido y aceptado el don de la Fe, vemos a través de la Cruz y muerte, transparentarse el misterio de la vida, victoria sobre la corrupción y eterna gloria del Cuerpo de Cristo.

¿Qué es una persona que está muerta? ¿En qué consiste el reino de la muerte?

Sí, Jesús ha muerto, ha descendido hasta donde conduce la muerte, hacia la soledad extrema.

¡Qué experiencia más fría y dura!, nadie nos puede acompañar.

Estar muerto, comporta la pérdida de la comunicación, el amor ya no puede avanzar.

_"Cristo fue «al infierno», cuya esencia es justamente la privación del amor, la separación de Dios y los hombres. Pero allí donde llega Él, el «infierno» deja de ser infierno, puesto que Él mismo es la Vida y el Amor, es el puente que une a Dios y a los hombres. El descenso es, al mismo tiempo, transformación"_ (Benedicto XVI).

_«Mirarán al que atravesaron»_

Es todo un gran espectáculo, lo hemos contemplado en películas, mirar al crucificado, centrar nuestra mirada en Él, que, a su vez, suscita dentro de nosotros una serie de imágenes, palabras, gestos, signos,... relacionados intrínsecamente al que estamos mirando.

Contrastamos, con un mundo que se esfuerza, día a día, por ocultar y olvidar la cruz.

Se nos presenta el dolor y la muerte apareciéndose como una ingrata novedad, ¿Quién la ha ocultado?, ¿Quién nos ha mentido?, ¿Por qué no nos han dicho de su existencia?.

El hombre ha buscado siempre una respuesta, y al no encontrarla, como ha deseado siempre, se empeña en disimular, aparentar o disfrazar la verdad.

Será en Cristo, dónde reconoceremos y comprenderemos, que lo que aparece ante los ojos meramente humanos como un hecho absolutamente profano: la ejecución de un hombre condenado a muerte por agitados políticos; era, en realidad, para la historia del mundo, cómo ese _Cristo, verdadero Dios, verdadero hombre, entra en el templo auténtico, a la presencia del Padre, abriéndonos a la Salvación, fruto de Su Misericordia y Redención_.

En Él, ya no hay que sustituir nada ni nadie, ante el sacrificio, sino que es, más bien, Él mismo, Su Cuerpo y Su Sangre, quien se nos ofrece conforme al _amor auténtico, que no puede donarse más que a sí mismo_.

Así nos muestra cuál ha de ser la orientación de todos nuestros quehaceres y vivencias, encaminados en esta misma dimensión hacia el Padre por Él, atraídos por su misma misericordia y redención.

Cristo, _"El Cristo"_, entra en una fase crucial de su Vida: Moribundo, contemplamos un cuerpo abierto, traspasado, maltrecho, malherido, maltratado, ultrajado, descoyuntado,...  al que no le quebraron ni un hueso. _"Varón de dolores"_, y de ese costado, de su herida, de lo profundo de su ser, nacerá la Iglesia.

_La Iglesia es la fecundidad de la autodonación de Cristo en la Cruz, en donde se expresa la radicalidad de su amor_.

Se dejó abrir para salir de sí mismo y existir para los demás, alcanzando todos los tiempos, desde _"Alfa"_ hasta _"Omega"_, inclusive más allá de sí mismo.

El costado abierto de Cristo, es el esfuerzo que hemos de hacer todos los creyentes para manifestar y dar a conocer la existencia de Cristo para todos; una herida abierta expuesta a todos los peligros, que necesitará de todos los cuidados preventivos, y que de ella emanará la sangre (la vida) necesaria para que todos puedan beber hasta saciarse.

Al contemplar la herida abierta en Cristo, estamos contemplando al hombre verdadero, en el que nos hemos de medir todos y cada uno de nosotros, sabiendo que nuestra purificación radica en el acercamiento, semejanza, a Jesús, en su estilo de vida, en su Evangelio.
Sólo ello nos hará ser cada vez más auténticos, y sólo así mantendremos limpia la herida de Cristo.

En esta perspectiva, podemos comprender perfectamente, que el hecho de _"hacernos"_ _cristianos_, es _hacernos hombres_, que nos conduce a una humanidad cada vez más auténtica y verdadera; al ser para los demás, y al ser a partir de Dios.

El costado abierto de Cristo, es la apertura de Dios a los hombres, para que, saliendo del extravío, sepamos desde dónde iniciar la partida del verdadero ser humano.

Es como ayer decía, _mirar y ver como Cristo mira y ve_.

Josericardo
Párroco.

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