*Que el Amor y la Paz de Dios esté en todos nuestros hogares.*
Queridos feligreses:
En
éste _Quinto Domingo de Cuaresma_, la Iglesia, a través de la Liturgia
Cuaresmal, nos exhorta a ser perseverantes en lo que se refiere a la
fidelidad por nuestra parte al Señor.
Más
aún si nos suscitan pensamientos acerca de la _"no escucha"_ por parte
de Dios al hombre, siendo la muerte (como en el Evangelio la de Lázaro),
quien nos obstaculice la capacidad de _"oír"_ la voz del Señor, que
nunca cesa de clamar en el desierto, arrastradas por ideologías y
corrientes del pensamiento humano, a sabiendas de que es Cristo quien
irrumpe en nuestra historia abriendo un horizonte nuevo que nos devuelve
la Esperanza y la Vida, cuyo sentido alcanzará su plenitud en la
persona de Jesucristo.
En
estos momentos en que nos encontramos inmersos, podemos preguntarnos
_¿Dónde está Dios?_, _¿Por qué permite Dios esta realidad?_ ... y, a su
vez, avanzando en esta misma dirección, seguimos preguntándonos _¿Dónde
hemos puesto a Dios en la programación de nuestras vidas?_, _¿Desde
cuándo?_, _¿Por qué?_.
_"Si
hubieras estado aquí, mi hermano no hubiese muerto"_ le indica la
hermana de Lázaro a Jesús, quien a su vez nos responde: _"¿No te he
dicho que, si crees, verás la Gloria de Dios?"_.
Nos
esforzamos mucho por acallar a Dios en todos los ambientes, sociales,
familiares y personales, hasta tal extremo que hemos _deshumanizado al
hombre_, hasta tal punto que _"oír"_ y _"escuchar"_ le resulta ardua
labor.
Hemos configurado
todo tan pragmático, empírico, tangible, que hemos pretendido llenar la
dimensión espiritual, por no poder negarla, de aspectos y realidades
efímeras, pretendiendo ocupar el centro de todo ello el _"yo"_, _y nada
más que el "yo"_.
Siguiendo
esta línea, nos quedamos únicamente con la historia personal de cada
uno, en sus deficiencias o apariencias, superficialidades o éxitos
rotundos, sin llegar a ver, tras la imagen de cada uno de nosotros,
aspectos del rostro de Dios.
Nos enseña el Evangelio, _"Hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios"_, nuestro Creador.
Siendo Dios bueno, y lo hizo todo bien... _¿Cómo es que en el hombre, no siempre prevalece esta actitud de buena voluntad?_
El
Evangelio de éste Domingo, invita a tomar una actitud de observar el
quehacer constante de Dios, a pesar del desarrollo lascivo de los
acontecimientos acaecidos.
Vemos
en este Evangelio, cómo se nos invita a _Confiar y Creer_ en la Vida,
en la Resurrección y en la restauración de una humanidad más humana.
Hoy,
podemos comprender que no todo es válido; que en nombre de la
_libertad_ se puede dañar a la _responsabilidad o corresponsabilidad_; Y
que _el don de la Vida no puede arriesgarse vanamente_, ni menos en la
deliberación de unos sobre otros, cualquiera que sea su estado de salud,
mayor, enfermo o no nacido.
Hoy
entendemos mejor que nunca, que _nuestro Dios, es el Dios de la Vida_,
que nos da Vida, que nos devuelve a la Vida, demostrándonos que el
sufrimiento no tiene como destino la muerte, sino la Vida, y una Vida
para siempre.
Es cierto
que no todos aceptarán siempre esta verdad, pero a cuantos la hemos
aceptado haciéndola Vida, nos llena el corazón saciado del hambre de
Dios, nos calma la sed del alma, nos hace ver las miserias del corazón
del hombre, transfigura nuestras vidas en sus dolores e incomprensiones,
para convertir nuestra vida interpersonal (familiar, laboral y
personal), en servicio, capaz de transformar la realidad, no sólo en
agradable al ser humano, sino más de acuerdo con el hecho mismo de la
Creación.
Así es como hacemos nuestras estas mismas palabras de Jesucristo, Nuestro Señor:
_"Padre,
te doy gracias porque me has escuchado, yo sé que Tú me escuchas
siempre, pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que Tú
me has enviado"_.
Entrando
en la _Semana de Pasión_, ruego al Señor, Santísimo Cristo de la Fe,
_que nos infunda la Esperanza_, necesaria en estos momentos de prueba de
Fe, y que nos asista el discernimiento necesario para que, desde la
Oración personal y comunitaria, lleguemos a los días Santos, con el
fervor y la pasión por encontrarnos con el Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Josericardo
Párroco
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