sábado, 11 de abril de 2020

Mensaje del Padre José Ricardo Albelda en Sábado Santo

SÁBADO SANTO

Mensaje del Padre José Ricardo Albelda en este Sábado Santo

*Que el Amor y la Paz de Dios esté en todos nuestros hogares.*

Queridos feligreses:

_"Llevamos mucho tiempo oyendo hablar acerca de la muerte de Dios: ¡Dios ha muerto!, ¡Nosotros lo hemos matado!"_ (Nietzsche).

Mucha influencia desde las aulas y fuerzas sociales imponiendo o proporcionando leyes que respalden este criterio, de tal manera, que se lleva tiempo preparando al hombre para ocupar el lugar de Dios.

_*El Sábado Santo es un abismo de silencio, es casi como el día de la ocultación de Dios*_.

Es un día que está vacío, de tal manera, que se podría interpretar la Fe como un fanatismo más de la deformación humana.

_El Sábado Santo, es la sepultura de Dios_.

Hemos ocultado a Dios.
No está a la mirada del hombre, todo ha quedado en un recuerdo o en un simple sueño.
Dios ya no está.

_Una de las consecuencias del Sábado Santo, es el vacío helador que se produce en nuestro corazón_, y que se va haciendo cada vez más grande;
Así hemos comenzado este siglo XXI, con una tendencia de tristeza y angustia reemprendido el camino hacia casa, como los de Emaús; _no nos dirigimos ya a nuestro destino con Él, sino que nos volvemos al hogar sin Él._

_Ya no miramos y escuchamos como Él nos mira y escucha._
Ya no vemos, no oímos, no reflexionamos con optimismo: Dios ha muerto, y nosotros lo hemos matado, y no admitimos otro criterio, derrotados y desencantados, incluso desilusionados.

_"¿Habrá problema más grande para Dios, que la problemática de la fe y del amor de sus creyentes?"_ (Benedicto XVI).

_La oscuridad divina, interpela a nuestras conciencias, nos habla y provoca en cada uno de nosotros, todas las verdades que hemos aceptado de nuestros padres y opciones de vida, hasta el punto de poder comprender que la muerte de Dios en Jesucristo, es la máxima expresión de solidaridad de Dios con el hombre._

Desde el fracaso del Viernes Santo, a través del silencio de muerte el Sábado Santo, podemos llegar a comprender, como los discípulos, lo que era verdaderamente Jesús y el significado real de su mensaje.

_"Dios debía morir por ellos para poder vivir realmente en ellos"_

¿Qué es el marido para la esposa y la esposa para el marido?
¿Qué son los padres para los hijos y los hijos para los padres?
¿Qué significa _"si el grano de trigo no cae y muere es infecundo"_
¿Qué significa _"la semilla que cae en buena tierra da mucho fruto"_
¿Qué significa _"tomad y comed, esto es mi Cuerpo, tomad y bebed, esta es mi Sangre"_?

Hay que romper la imagen constante de encerrar a Dios, el templo hay que derribarlo, y el Señor nos reconstruirá.
Desde el espacio de Dios, hay que poder vislumbrar el cielo, no hay techo, no hay paredes....

¡Cuántas veces hemos vivido la experiencia del _"silencio del Sábado Santo"!_, como los mismos discípulos antes de la Crucifixión, cuando, el mismo Cristo duerme en una barca que, zarandeada por la tempestad, parece naufragar.
¿Pero no duerme Dios realmente? tenemos la sensación de que Dios duerme mientras sus cosas parecen naufragar, mientras su Iglesia parece hundirse, la familia, los jóvenes, los obreros, los matrimonios, las vocaciones a la Vida Consagrada...
¿no es ésta la experiencia de nuestra vida?

_Nuestra sociedad, nuestro mundo en estos momentos en mitad de esta pandemia, ¿no nos parece una barca a punto de naufragar_, luchando contra la tempestad del odio, el virus, el ateísmo, ciertas ideologías, la educación, la economía.... _mientras Dios está ausente?_

Los discípulos, los creyentes, la humanidad, grita a la desesperada por despertar a Dios, quien se muestra sorprendido y, a la vez, nos presenta todo éste espectáculo interrogando la falta o la ausencia de la Fe.

¿Dónde hemos dejado a Dios?
¿Dónde enterré a Dios?
¿Qué experiencia tengo de Dios?
¿A qué le llamo dios?

Una vez transcurrida la tempestad, nos daremos cuenta en qué medida nuestra fe estaba cargada de cierta insensatez, pues debido a ella misma, no hemos sabido otra cosa más que sacudirle a Dios; al Dios que está en silencio y durmiendo, le gritamos: ¡Despierta! ¿no _ves_ que naufragamos?

_Rogamos a Dios Padre, que no dure eternamente la oscuridad_, que irrumpa cuanto antes un rayo de luz de la Pascua y que no se conviertan nuetras casas (Emaús) en escondites, sino en aquel portal en donde irradiaba la luz y atraía a todos, pues eres para todos.

Nuestros hogares,
deseosos de salir a celebrar la Pascua, quieren sentir tu cercanía, para que Tu Palabra, en mitad de tantas palabrerías, no se pierda y nos oriente hacia el tiempo prometido, pues _no somos náufragos, sino redimidos y rescatados_, que no queremos permanecer en la oscuridad, sino compartir y convivir en la Luz.

El _"olor"_ de los hornos a _"panquemado"_, es el anticipo del olor a la alegría y el gozo de la Pascua.
Ya está cerca el Señor Resucitado, pues aquel que entró, prevaleció, se entregó, oscureció, es quien ahora nos va a hacer salir renovados y llenos de _Vida nueva y gloriosa_.

Josericardo
Párroco.

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